Con la muerte de un ser querido nuestra vida se llena de dolor. Con el paso del tiempo nuestro mayor consuelo es el recuerdo que queda en nuestra memoria y en nuestros corazones. Conmemorar, recordar (re-cordar, del latín «volver a pasar por el corazón») es sin duda trabajo espiritual,  pero a ello podemos contribuir con un elemento físico único de nuestro desaparecido; una estela funeraria... Esta propuesta metálica aúna el respeto por la tradición de las estelas clásicas con la última tecnología: nos permite mediante un proceso informático y de corte con agua a gran presión transformar un retrato del fallecido en una «nube» de perforaciones circulares que dejan pasar la luz y nos muestran la ilusión de su rostro iluminado. Según su posición, la luz que la atraviesa proyecta este retrato como un delicado graffitti de luz que fluctúa con las nubes y con las estaciones, apareciendo y desapareciendo con los avatares de la meteorología. Sin la «violencia» de un retrato fotográfico literal, este modelo de estela más silencioso y poético promete atravesar el tiempo sin sucumbir a las modas.