Ahora en las calles hay una basura lujosa, objetos y enseres, algunas veces preciosos: por ejemplo, espejos rotos donde aún perviven reflejadas las imágenes de sus dueños. Y trofeos, muchos trofeos. Estos últimos brillan exhaustos; las copas y las placas grabadas de los triunfos pasados, de los premios y los éxitos. Hay retratos de familia, hay cuadros de paisajes de las casas de los antepasados, juguetes, puzzles… Una lámpara destartalada en forma de ancla espera ser adoptada por una familia rumana.

Qué bella estás así, cuando este mar furioso se abate invisible contra tu piel, llenándote de espuma. Esa atmósfera perfumada de salitre que te acompaña siempre bajo la luz dorada.

“El mundo es como una tela de araña, detrás de cuya fragilidad está acechándote la nada”. Las mil y una noches.

Cabeza abajo viajan volando en filamentos invisibles las pequeñas arañas migrantes. Suben más alto que ningún animal conocido y viajan más lejos que nadie. En otoño reconocemos en las manos y en la cara la sensación de miles de estos hilos que descienden enmarañándolo todo, uniendo todas las cosas. El adu o adur era para nuestros antiguos la suerte o tendencia, un vínculo mágico entre las cosas y sus nombres (o representaciones) que permitía a los magos actuar a distancia. El adur es una fuerza irresistible pero también revela un hilo invisible que ata cada cosa, cada ser a su destino.

Fotografía  José Luis López de Zubiria

Cuando se cumplen setenta y cinco años de su muerte, rendimos homenaje a Gyula Madarâsz recreando gráficamente sus bestias y llevándolas hasta las últimas consecuencias (es decir, allí donde acaba todo animal verdadero que presuma existir: hasta la cazuela). José Belmonte ha sido el encargado de interpretar los escritos de Madarâsz y darles vigencia gráfica, con la dificultad añadida de tener que hacerlo sabiendo que esas bestias habrían de ser comestibles, sometidas a una segunda interpretación, gastronómica esta vez, por parte de Andoni Luis Aduriz. De ahí que los dibujos de José Belmonte no sean las típicas interpretaciones naturalistas al uso que meramente ilustran o repiten las descripciones de los animales, sino recreaciones que, sacrificando la literalidad con una segunda vuelta de tuerca, han de facilitar el eslabón entre bestiario y recetario.

Harkaitz Cano

Esta instalación pretende una reflexión en torno a la idea del fuego y su capacidad transformadora. Igualmente sobre el azar, lo sagrado y lo profano. De forma progresiva el santo perderá su forma humana adquiriendo inesperadas y variadas estructuras similares a las estalactitas de una cueva, a raíces, a una medusa, etc:

“… Su fin ya no era derrotar a los demás sino derrotarse a si mismo. Destino veloz, alcanzar el vuelo de la santidad desposeído de todas las cargas del hombre, entregándose a las causas de dios: Ad maiorem Dei gloriam. Arder, imitar a los santos. Perder la forma. Silenciarse. Fin”

Sobre 12 peanas metálicas, cilíndricas, de un metro sesenta de altura, 12 velas. Estas velas tienen la forma del verdadero rostro del santo, conseguido a partir de la mascarilla funeraria que se le realizó en Roma el año de su muerte, 1556…

Fotografía  Mario Bregaña

Este episodio, poco comentado de la trayectoria del escultor, fue una oportunidad más, la tercera y última, en la que el artista tuvo ocasión de proponer para Bilbao sus ideas sobre investigaciones en el campo de las estéticas y las artes, aplicándolas a la forma de hacer ciudad y territorio. 

No es por casualidad que fuera la ciudad de Bilbao, una ciudad entonces en pleno proceso de reconversión e inmersa en profundos cambios, la que le brindara nuevas oportunidades para intentar dar forma a sus ideas sobre estéticas aplicadas y de ensayar sus planteamientos políticos del arte para la integración de su proyecto estético en el territorio y la ciudad.

(Transcurría el año 1994 y este proyecto surgió de un concurso que organizó el Grupo “Thyssen Industrie”, con la colaboración de la “Fundación BBVA” y el apoyo del Ayuntamiento de Bilbao, en lo que era la península de Zorrozaurre.

La exposición recoge aquel proyecto que realizamos en Arteleku un grupo de estudiantes formado por Santos Bregaña, Mikel Enparantza, Bakarne Iturrioz, Javier Pérez, Emilio Varela y Javier Zunda. Se encargaron de dirigirlo los hermanos Iñaki y Jon Begiristain, que organizaron los encuentros con los diferentes colaboradores, bajo la mirada y los consejos del escultor Jorge Oteiza, el programa de Ramón Zallo y las consultas a Iñaki Zubizarreta).

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¡Hasta en la sopa! La cocina está en todas partes. En boca no sólo de quienes comen, sino de quienes construyen, alrededor de una mesa, imaginarios en los que la comida sirve de puente hacia todas partes. Detrás de lo que mordemos hay mucho más que nutrientes. Hay sociedad y por tanto cultura. La gastronomía no es sólo alta cocina, ni comida a secas, sino un conjunto de relaciones en el que intervienen agentes de muy diversa índole, dentro de un ecosistema cuyo denominador común es la alimentación y cuyo sentido radica en que, como decía el filósofo francés Gaston Bachelard, el ser humano es la creación del deseo y no de la necesidad.

Para celebrarlo, Basque Culinary Center presenta 50 Miradas, un proyecto interdisciplinario que invita a observar la multiplicación de un fenómeno en movimiento en el que las ideas constituyen el principal ingrediente, la acción se traduce en la mejor técnica y la creatividad se revela como la única frontera.

¿Somos realmente lo que comemos? Más que respuestas, abrimos preguntas en un relato multidimensional desplegado a lo largo de todo el edificio de BCC, en el que la gastronomía toma la forma de conversación, activismo, ciencia, valor y experiencia.

Fotografía  Bernat Alberdi

GUARDE SILENCIO, ESTA EXPOSICIÓN ESTÁ VIVA

Procure no hablar en voz muy alta, las obras que aquí se muestran pueden descolgarse en cualquier momento o escapar de sus vitrinas ante su presencia. Si usted viene en los días de mayo observará la exposición en su mayor abundancia: 12 capillas, 107 objetos. Si acude sin embargo en los últimos días de junio, verá usted los huecos marcados de las piezas que ya se marcharon, como siluetas de forense donde deberá imaginar lo que hubo y ya no se muestra. Solo para privilegiados: los dos días finales, 28 y 29 de junio, la gran sala quedará vacía y libre para una única obra. Será el último habitante de este gran desván donde cada jueves se celebrará un ejercicio de vaciado y desvanidad. Una exposición que lleva por título el verbo desaparecer en francés, Disparaître, no podía estar más cercana al disparate. Así que solo una obra asistirá al funeral de todas las demás. Solo una obra nos sobrevivirá. Oskar Alegria

Fotografía  López de Zubiria