asunto número uno: pensar recipientes donde se pueda cazar el tiempo.

Es justo decir a propósito de esta colección de piezas de porcelana, que la dificultad mayor está en explicarla. En este sentido, y a pesar de las inevitables fronteras difusas entre los objetos, entre las ideas y entre las cosas, son nítidas cuatro líneas de trabajo: solar, lunar, eclipse y espiral.

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Fotografías de López de Zubiria

Desde lo poético a lo práctico. La cubertería Menton está pensada desde el concepto del plegado. Una lámina de acero que como un papel se corta y se pliega hasta dotarle de esta forma en la cual cuchillo y tenedor se acoplan en un único elemento. Esta dialéctica de opuestos, cortar y pinchar, es el gesto más antiguo de la alimentación humana, y en “menton” ambos conforman una unidad indisoluble. Ambas piezas se abrazan y solo en el uso, diestra y sinestra, en las manos, se separan momentáneamente para recuperar su unidad a continuación. Tumbadas o de pie, las piezas descansan en el mantel sin mancharlo nunca. Reposan dejando una distancia de respeto con la superficie de la mesa y permitiendo una infinidad de posiciones que rompe, sin prejuicios, los protocolos ortodoxos del pasado.

Fotografías de López de Zubiria

Del encuentro entre Forge de Laguiole y el diseñador Santos Bregaña nace este cuchillo de fuerte carácter, bajo los consejos de la Bodega El Capricho de José Gordón. 

La inspiración surge en el corazón del viejo reino de León donde encontramos este pequeño pueblo de Jiménez de Jamuz. Aquí se horadan cuevas en el suelo de arcilla, las llaman bodegas y en ellas las gentes disfrutan de sus reuniones entre amigos y familiares, donde algunos de ellos hacen su propio vino. La más famosa de esas cuevas, es la de la bodega El Capricho, de José Gordón. Herencia de sus abuelos, José ha convertido este lugar en el templo de la carne del Buey.

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«Grabados en la materia dura, surcos, arrugas o estrías se persiguen o se subrayan, en tanto que alineados sobre las generatrices, los salientes, las espinas, las ondulaciones, se escalonan, se corresponden de tanto en tanto, dividiendo las rampas a intervalos regulares. La alternancia de esos “adornos” ilustra, más que interrumpe, la continuidad de la versión general de la forma. Enriquece, sin alterarlo, el motivo fundamental de la hélice en forma de espiral…»

Paul Valéry, «L’homme et la coquille» Etudes philosophiques

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Fotografías de López de Zubiria

La colección “FLOW”parte del precepto del diseño clásico por el cual los objetos deben concebirse desde la función, su forma será consecuencia de ello. En el panorama de las grandes ciudades, el ticket rentable en locales de alto valor metro cuadrado, obligan al hostelero a una mesa pequeña. Esta mesa tipo es de 80x80cm,  en muchas ocasiones incluso menor, lo cual deja fuera del uso a los platos que excedan los 25 cm. Simplemente no caben.

Además será necesario recuperar el sentido lógico del apilamiento debido a las mismas restricciones espaciales. Una forma circular con bordes inclinados será ideal para su almacenamiento, frente a las piezas de formas libres y extravagantes cuya organización en el espacio es difícil. Sobre esta base geométrica, los platos hondos, llanos y boles se decoran con motivos florales. Les hemos aplicado un relieve suave que proviene de radiografías botánicas científicas de alta calidad. En blanco, gris o esmaltadas en color, las piezas respiran desde el silencioso blanco al color intenso, un innegable optimismo primaveral. 

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Una colección de porcelana que sirviéndose de las estructuras malladas de triángulos del software de modelizado 3d, consigue una superficie de facetado caótico con la cual la superficie de estos recipientes recibirán siempre los destellos y los brillos de la luz circundante.

La colección DIAMOND está compuesta por un plato llano de 305 mm, un llano de 258 mm. un hondo de 205 mm, un plato «sky» de 28 cm, un platillo de pan de 170 mm, tres tazas, un bol, dos platillos, uno de 147 mm y otro de 170 mm.

…

Quizás la piedra se ha perdido en el fango y mientras hundes la cuchara en la sopa lo recuerdas, e imaginas que un secreto se agazapa en esos fondos, como en el caldo que sorbes, en el abismo del plato, un misterio aguarda, un pequeño tesoro escondido.

Quizás en un futuro reencontrarás en algún restaurante este mismo sabor, y aquello establecerá un puente mágico entre ambos momentos, el del pasado y el del presente (y quizás del futuro también), al igual que esas ondas que se expanden lentamente en la superficie de los recuerdos.

Esta colección se fija en los grandes itos del tapeo, la tortilla de patata, la ensaladilla, los boquerones y anchoas, los callos y desde luego las aceitunas. Hacía falta darles asiento noble a estas delicias populares de la rutina del placer. Sin duda es especialmente reseñable el esfuerzo en un recipiente que oculte los huesos mordisqueados de las olivas (por fin!). Comercialmente se le puso el nombre de TRIANA

Si la ciudad de Atenas puede considerarse la cuna de nuestra civilización mediterránea, la acrópolis es su centro, y como si de una muñeca rusa se tratase, en el mismo cerro griego al pie del Pireo, el templo del Partenón guardaba la gran estatua de la diosa Atenea. 

Los griegos fueron hábiles narradores. Destaca Homero entre sus poetas y la Odisea entre sus obras. Como todos sabemos Ulises protagoniza este periplo lleno de aventuras hasta su regreso a Ítaca, pero es Atenea su guía y su ayuda y el eje de esta obra. Sin la hija de Zeus el retorno del héroe nunca hubiese sido posible. Diosa de la sabiduría y de la guerra, vuela armada de su yelmo, su escudo y su lanza prodigiosa. Premia la astucia de los hombres más allá de su fe. 

El mito relata como golpeando con su lanza hizo nacer un olivo entre las rocas de la Acrópolis de Atenas. Bajo la sombra de este árbol los ciudadanos de la Polis griega toman las decisiones y se decía que el susurro de sus hojas era leído por las sibilas y los augures para interpretar los designios. Sus ramas  son emblema de paz y como símbolo aglutina los valores de la cultura del Mare Nostrum. Extraemos de su fruto la esencia de nuestra cocina, el aceite, sin el cual no existiría nuestra gastronomía.

Árboles milenarios, congregan la magia del paso del tiempo entre sus ramas retorcidas. Es el mismo sabor que ha traspasado más de mil años el que os ofrecemos, el aceite Atenea, en homenaje a la musa eterna que nos guía en nuestros viajes y nos ayuda a ver en la oscuridad de los problemas, como la rapaz nocturna que le acompaña.